La OMS estima que el número de personas en el mundo que la padecen se ha cuadriplicado, alcanzando en estimación a 422 millones de adultos de acuerdo a su primer «Informe Mundial sobre la Diabetes». Una cifra alarmante, pero a la vez incierta, pues existen personas que ignoran que la tienen. Entenderla implica conocerla, saber que la Diabetes es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce insulina o cuando el cuerpo no puede hacer un buen uso de ella. Un fallo en la producción o acción de la insulina, o de ambas cosas, genera un aumento de los niveles de glucosa en la sangre, conocido como hiperglucemia. De no controlarse de forma adecuada, la presencia continua de glucosa alta en la sangre puede provocar a largo plazo alteraciones en la función de diversos órganos como: ojos, riñones, nervios y corazón, entre otros.
INSULINA. LA LLAVE A LA PUERTA DE LAS CÉLULAS.
La insulina es una hormona producida por el páncreas que actúa como una llave que permite que la glucosa proveniente de los alimentos que se ingieren, pase de la sangre a las células del cuerpo para así producir energía. Si la glucosa no puede entrar a las células y los niveles de azúcar alcanzan cierto nivel, los riñones tratan de eliminarla mediante la orina, presentándose al mismo tiempo otros síntomas como cansancio, la sensación de tener sed o hambre se muestran con más frecuencia, incluso promoviendo la pérdida de peso.
El cuerpo puede comenzar a producir energía a partir de un azúcar llamado glucógeno, que se almacena en el hígado y los músculos cuando el organismo lo requiere. Así, el hígado convierte al glucógeno en glucosa y lo libera en el torrente sanguíneo si se está estresado o se tiene mucha hambre en periodos emergentes como ayunos prolongados. Si la insulina está presente, los músculos pueden utilizar el glucógeno como energía, sin tener que liberarlo en el torrente sanguíneo.
LA GLUCOSA Y SU CLICLO EN EL CUERPO.
Una de las labores para comprender la Diabetes y lo que implica, está en conocer y mantener el nivel de glucosa en la sangre dentro de los límites deseados, pues los niveles de azúcar en la sangre están estrictamente controlados por una variedad de estímulos y mecanismos. Los niveles pueden fluctuar luego de ayunar durante mucho tiempo, o tras una o dos horas después del consumo de alimentos. Sin embargo, las fluctuaciones son muy pequeñas. De acuerdo con la Asociación Americana de la Diabetes (ADA por sus siglas en inglés), la recomendación para alguien que no padece diabetes es tener un nivel de glucosa menor a 140 mg/dl después de una comida, y un nivel de glucosa en sangre de 70-100 mg/dl en ayuno. El nivel de glucosa en la sangre se mantiene en un baremo muy estrecho. Entendamos su ciclo en el cuerpo:
EN UNA PERSONA SIN DIABETES:
- Cuando comemos, la glucosa entra en el torrente sanguíneo.
- Los niveles de glucosa en la sangre aumentan.
- El páncreas produce insulina.
- La insulina funciona como una llave que abre las puertas para que estas aprovechen la entrada de glucosa.
- Las células «queman» glucosa para producir energía.
- Los niveles de glucosa descienden.
EN UNA PERSONA CON DIABETES:
- La glucosa penetra en el torrente sanguíneo después de comer y beber.
- Los niveles de glucosa se elevan.
- Con Diabetes tipo 1: El páncreas NO puede producir insulina. Con Diabetes tipo 2: Las células son resistentes a la insulina y/o el páncreas no puede producir suficiente insulina.
- Las células quedan desprovistas de energía o no tienen la suficiente.
- Aparece el síntoma de fatiga o falta de energía.
- Los niveles de glucosa no disminuyen porque las células no la pueden «quemar» o absorber.
- Los niveles de glucosa siguen aumentando si no se toman acciones.
Considerada como una enfermedad silenciosa por la OMS, la diabetes se ha convertido en una de las epidemias más fuertes de nuestro siglo. No te pierdas la siguiente parte de este articulo en el cual te hablaré sobre tipos de Diabetes, síntomas y complicaciones.
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