¿Te sientes exhausto? Nada te inyecta más energía -y capacidad cerebral- que dormir a medio día. Checa los efectos reparadores de un «sueñito» de 30 minutos.
Al quedarte dormido:
- Un químico inductor del sueño llamado adenosina provoca somnolencia. Dicha sustancia se acumula en tu cuerpo a lo largo del día. Si no duermes por la noche, un alto nivel de adenosina te hará ansiar una siesta.
- Tu cerebro libera ácido gamma aminobutírico (GABA, por sus siglas en inglés), un neurotransmisor que señala a tu centro dormir-despertar que es hora de descansar. El GABA también ayuda a desactivar gran parte del tronco cerebral, encargado de controlar el movimiento muscular. Es por ello que cuando sueñas, por ejemplo, que estás jugando tenis, no elevas un brazo.
- Si estás demasiado cansado, tu cerebro podría entrar en reposo antes de que tu cuerpo se encuentre completamente relajado, ocasionando contracciones musculares involuntarias (esos movimientos bruscos de brazos o piernas).
Los primeros cinco minutos:
- Tu cerebro se encuentra inconsciente, pero tus sentidos aún están alerta. Un ruido fuerte o un golpe podrían despertarte.
- A medida que la presión sanguínea y y el ritmo cardiaco disminuyen, tus ojos dejan de moverse detrás de los párpados y permanecerán inmóviles el resto de la siesta.
Los siguientes veinte minutos:
- La acumulación de adenosina en tu cuerpo comienza a disminuir. Al mismo tiempo que tu sistema inmunológico -debilitado por la fatiga- vuelve gradualmente a la normalidad.
Los últimos cinco minutos:
- En una siesta no suelen alcanzarse las etapas más profundas del sueño, pero si estás demasiado cansado, podrías llegar a la fase de movimiento ocular rápido (MOR). Recuperarte del MOR es más difícil y suele dejarte aturdido. Si al despertar de una siesta de 30 minutos aún te sientes noqueado, necesitas descanso profundo. Las mini siestas no te reponen de la verdadera privación de sueño.
- ¡Bip, bip, bip! Suena tu alarma, y en un instante, tu cerebro libera un torrente de químicos que desactivan su centro de sueño y ponen tu cuerpo en marcha. Tus células cerebrales repuestas y despabiladas se encuentran ahora mucho más alertas y activas. Y, en parte, debido a los bajos niveles de adenosina, te sientes renovado.
Para que aproveches al máximo estos beneficios de la siesta, es necesario que tomes en cuenta algunos tips, los cuales te ayudarán a disfrutar de este tiempo que vale oro.
- Cuida tu horario de sueño. El mejor momento para tomar una siesta depende de la hora en que te despiertas, es decir, aquellos que se despiertan a las cinco de la mañana, pueden tomarla a la una de la tarde.
- Cuida tu entorno. De acuerdo con la National Sleep Foundation, el lugar en donde duermes la siesta influye para disfrutarla al máximo. Elige un lugar tranquilo con una temperatura cómoda.
- Toma el tiempo. Descansa entre 20 o 30 minutos, ya que este tiempo te ayuda a recuperar la atención e incrementar tu estado de alerta.
- Configura una alarma. Para que no te quedes dormido y reduzcas esa preocupación, es necesario que programes una alerta que te ayude a despertar.
- Bebe una taza de café justo antes de la siesta. Esto ayudará a que tu cuerpo se mantenga alerta y fresco cuando despiertes.
- Calma tu mente. Antes de la siesta es importante que te relajes y dejes la presión afuera. Utiliza alguna técnica de meditación o ejercicios de respiración para lograrlo.
Para disfrutar de los beneficios de la siesta, es necesario que elimines todos los mitos que la rodean como: si la tomas eres una persona floja, sólo es para niños o adultos mayores.
Recuerda que tu salud es primero y si tienes la oportunidad no dejes de aprovecharla, así que busca un lugar cómodo y disfruta de esos 20 o 30 minutos para ti. Y tú, ¿tomas una siesta por la tarde?
Deja tu comentario