Los antepasados pueden ser una interesante musa al buscar alternativas para mejorar nuestra nutrición y, de esta manera, prevenir diversas patologías relacionadas con el estilo de alimentación actual. Las antiguas civilizaciones americanas consideraban a la chía -junto con el amaranto, los frijoles y el maíz- como un ingrediente básico e imprescindible en su dieta. Hoy, luego de cientos de años de olvido, este cultivo característico de los aztecas recupera su importancia gracias a sus cualidades como antioxidante y fuente de omega 3. Durante mucho tiempo, el pescado ha sido la fuente más conocida de omega 3. Pero muchas personas no pueden consumirlo frecuentemente debido a las alergias que provoca, además del rechazo que a veces genera debido a su olor o sabor. Por eso, la chía es una interesante opción nutricional con beneficios similares para la salud.
EFECTOS SALUDABLES
Una ventaja del aceite de chía con respecto al de origen marino es que posee antioxidantes naturales que refuerzan el sistema inmunológico, previenen la enfermedad cardiovascular y retardan el envejecimiento. Su consumo evita la necesidad de recurrir a antioxidantes artificiales.
Además, como la chía no es de origen animal, no contiene colesterol, una diferencia relevante con el omega 3 proveniente del pescado. De los aceites del reino vegetal, el de chía es el más rico en ácidos grasos omega 3 y, lo más importante, posee un porcentaje muy bajo de ácidos grasos saturados.
Los principales efectos saludables de la chía son su actividad antioxidante y su capacidad para inhibir la agregación plaquetaria. También cuenta con poder antiinflamatorio, antimutagénico, anticarcinogénico y antiviral. Estas características explican por qué nos ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares y embolia, cáncer de pulmón y de estómago.
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