¿Tienes el cabello cenizo y se te cae más de lo normal o sientes la piel rasposa? Estas condiciones no necesariamente tienen que ver con la genética o una dermatitis, sino con algo muy sencillo: una baja ingesta de líquidos.
Si bien el cuerpo humano está conformado en un 60 por ciento de agua, ésta se pierde de forma constante a través de procesos como la respiración, la sudoración o la micción. Esta pérdida se incrementa con la actividad física, pues, por ejemplo, la transpiración permite al cuerpo regular su temperatura, es por eso que debes cuidar tu hidratación, ya que de ésta depende tu desempeño al correr.
El agua es clave en las funciones del organismo, además de transportar oxígeno y nutrientes, ayuda a mantener una correcta lubricación de las articulaciones.
Se considera que es muy alta la cantidad de personas crónicamente deshidratadas, por lo que es fundamental reconocer las señales de falta de líquido en el cuerpo, más aún si eres un corredor. Ese cuidado en la hidratación habitual debe llevarse a lo largo del día para evitar alteraciones, muchas de las cuales ni siquiera sospechas que puedan deberse a la falta de líquidos.
La sensación de sed y tener la boca seca, así como la coloración y cantidad de orina son los indicadores más comunes de que una persona está deshidratada, pero no son los únicos. Si al entrenar llegas a tener la sensación de que estás sudando más de lo normal, eso también puede ser un efecto de deshidratación. O si en una carrera hay una pérdida de conocimiento, no es que te desmayes por completo, sino que ya no sabes qué estás haciendo, estás como ausente y tienes la mirada perdida, ése es otro síntoma. Otras manifestaciones de la falta de líquidos son una irregular producción de saliva y sentir que la boca está seca pese a que se toma mucha agua. También los calambres musculares, desgarres o tirones, aunque todos estos ocurren cuando un corredor tiene una pérdida de agua superior al 3 por ciento del peso corporal.
La falta de líquidos es en gran medida la causa de muchos efectos adversos, pero éstos se ven acentuados por un aporte pobre de vitaminas y minerales, por lo que debes revisar que tu alimentación esté completa y balanceada.
SEÑALES DE DESHIDRATACIÓN INSOSPECHADAS:
1.- INSOMNIO. La deshidratación puede o no manifestarse físicamente en el organismo, por lo que, por ejemplo, el insomnio sería una consecuencia de la falta de líquidos. Un corredor requiere mínimo siete horas de sueño para tener una buena recuperación. De no hacerlo, sentirá fatiga, sudará más y lo que se ingiera no se asimilará adecuadamente.. No dormir bien no quiere decir que se esté deshidratado, pero sí cuesta un poco más de trabajo conciliar el sueño, todo derivado de los procesos metabólicos en los que influye el agua.
2.- HAMBRE. Uno de los primeros efectos de la deshidratación es la sensación de hambre. Es por eso que se recomienda, a quienes padecen sobrepeso, aumentar la ingesta de líquidos, además de que cuando sientas ataques de hambre o ansiedad, antes de comer algo, primero bebas un vaso grande de agua.
3.- CAMBIOS EN ESTADO DE ÁNIMO. Una persona deshidratada tiende a estar irritable, le cuesta trabajo concentrase y se le dificulta realizar cosas que habitualmente hace fácilmente. Además, pudiera padecer de dolores de cabeza intensos y tener movimientos lentos o torpes.
4.- UÑAS QUEBRADIZAS. La falta de líquido afecta la flexibilidad y apariencia de las uñas. Si las tienes muy secas y se quiebran con facilidad, es algo que no necesariamente está relacionado con la falta de calcio y magnesio, o con procesos hormonales, en el caso de las mujeres. La falta de hidratación provoca, además, que pierdan su brillo, se astillen o se abran en capas con facilidad.
5.- PIEL APAGADA. La piel se nota rasposa, acartonada y sin brillo. Se ve agrietada o los poros lucen más grandes de lo normal, tiene una tonalidad blancuzca, las líneas de expresión del rostro se marcan y las arrugas se acentúan.
TOMA EN CUENTA:
- Para recuperar el agua perdida, ésta no se debe tomar hasta la saciedad, sino hacerlo de forma gradual.
- Si haces la ingesta de agua de forma rápida, sólo propicias un efecto diurético. Para que se absorba óptimamente, bebe un vaso de agua a sorbos, es decir, toma un poco cada diez minutos.
- Es un error pensar que entre más frío el líquido, más pronto se te quitará la sed. La temperatura corporal oscila entre 36 y 37 grados y, si bebes agua que está entre los 12 y 16 grados, es un choque de temperaturas, y lo que hace el cuerpo es calentarla, para eso produce calor y provoca que sudes más.
- Deportistas de alto rendimiento hacen un buche antes de ingerir el líquido, porque, además de templar el agua si está fría, la impregnan de enzimas para que, cuando llegue al estómago, se absorba más rápido.
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