Hay países en donde los días de invierno se mantienen oscuros hasta por 16 horas, y el cerebro segrega, sobre todo, una gran cantidad de melatonina, la hormona del sueño. Aún a partir de enero, cuando los días soleados empiezan a regresar, todavía se mantienen las temperaturas gélidas o húmedas y frías. Este clima afecta a las partes del cuerpo con menor protección, como la cara y los dedos de los pies. Sigue este plan para enfrentar mejor el invierno.
- Conserva tu condición física. En esta época de exigencia de sueño, permítete al menos siete horas para dormir, pero no te atrincheres dentro de tu casa. El cuerpo necesita mantenerse en movimiento durante el invierno para que no se resienta al llegar la primavera. Eso significa, sobre todo, entrenamiento para la circulación sanguínea. Además, el sistema inmunitario necesita un estímulo continuo a través del ejercicio para conservar su resistencia. La gimnasia y el entrenamiento ergométrico, así como otros ejercicios que pueden practicarse bajo techo, ayudan a conservar la condición física. Y cuando la oportunidad se presente, sal a caminar, correr o andar en bici.
- Inmuniza desde la cocina. En esta época, los productos lácteos son una alternativa saludable. Mucha albúmina (por ejemplo, en platillos con requesón, leche fermentada, yogurt) impulsa la formación de anticuerpos. Verduras como la col morada, verde y blanca contienen vitamina C, que protege al cuerpo contra los resfriados.
- Caliente y frío. El método más efectivo para prevenir que los virus y las bacterias te enfermen lo proporciona la visita regular al sauna. Debido al intenso sudor, las toxinas multiplicadas se liberan y aligeran así al sistema inmunitario.
- Cuida tu piel. El aire frio y seco del invierno trae problemas a la piel. Como las glándulas sebáceas trabajan lentamente en el frío, la capa aislante de la piel pierde humedad y grasa, por lo que requiere un cuidado adicional. En especial, la piel de la cara necesita cremas a base de aceites naturales y vitaminas que protejan las células de la epidermis. No dejes de aplicarle agua para que la piel no se seque todavía más. Si estás en lugares que cuenten con calefacción, un humidificador proporcionará la humedad necesaria al aire.
- No sufras frío. Cuando la temperatura baja, la ropa nos ayuda a regularla. Las telas son importantes: la lana y la seda calientan mejor que las fibras sintéticas. No se recomiendan las prendas de algodón (incluyendo mezclilla) porque repelen el calor en vez de retenerlo. Los zapatos tampoco deben ser muy ajustados para permitir que se forme un colchón de aire, mientras que las botas de invierno deben ser repelentes al agua (mojarse los pies debilita las defensas). Por último, una gorra o un pasamontañas protegen las orejas y la nariz, las partes del cuerpo que más rápido se enfrían y duelen.
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