La intolerancia a la lactosa es un trastorno muy común provocado por la incapacidad de digerir lactosa, un azúcar encontrado en la leche y en sus derivados, debido a una deficiencia en la enzima encargada de digerir esta sustancia. Esta deficiencia de lactasa, producida en el intestino delgado, genera una mala absorción provocando que el azúcar de la leche pase al colon donde se fermenta y genera gases y malestar gastrointestinal.
UN POCO DE HISTORIA…
La dieta occidental típica de un adulto contiene unos 300 gramos de azúcares (carbohidratos). De éstos, aproximadamente un 52% es almidón (presente en los cereales, arroz, pasta y papas), 37% es sacarosa (presente en el azúcar común), 6% es lactosa (presente en la leche y sus derivados) y 4% es fructosa (se encuentra en frutas y en la miel). (OMS)
La intolerancia a la lactosa se produce en individuos con niveles insuficientes de la enzima lactasa, que se encarga de digerir la lactosa, el tipo de azúcar presente en la leche. La lactosa representa alrededor del 5% de la leche de vaca generalmente comercializada. (OMS)
Intolerancia a la lactosa no es lo mismo que alergia a la proteína de la leche, o a la incapacidad de digerir la grasa de la leche (que pueden confundirse por coincidir algunos de sus signos y síntomas). La intolerancia a la lactosa se produce por una falla de enzima y no en razón de procesos alérgicos de quien sufre de alergias alimentarias.
CAUSAS DE LA INTOLERANCIA A LA LACTOSA:
La deficiencia de lactasa puede ser primaria, es decir, el individuo nace con una propensión a tenerla; o secundaria, cuando la intolerancia a la lactosa es adquirida a lo largo de la vida debido a algún problema intestinal.
La cantidad de lactasa producida en el intestino es generalmente alta durante los primeros años de vida, pero se va reduciendo conforme la dieta se hace más variada y menos dependiente de leche y derivados.
Es importante señalar que no toda reducción en la producción de lactasa produce síntomas de intolerancia a la lactosa. A menudo, la cantidad de lactasa es reducida, pero aún es suficiente para no causar una gran cantidad de lactosa en el colon. Conforme la persona envejece, la producción de lactasa es cada vez más pequeña. En raras ocasiones, la intolerancia a la lactosa ya puede estar presente en los primeros meses de vida debido a un defecto genético que hace que el paciente no produzca lactasa. El bebé es intolerante a la leche, que naturalmente suele tener más lactosa que la leche de vaca, y necesita ser alimentado con fórmulas especiales sin lactosa.
SÍNTOMAS:
Los signos y síntomas de la intolerancia a la lactosa comienzan generalmente entre 30 minutos a 2 horas después de comer o beber alimentos que contengan lactosa. La severidad de los síntomas dependerá de cada persona, de la cantidad ingerida y del grado de insuficiencia de la enzima. Pequeñas cantidades de lactosa pueden causar síntomas graves en personas con deficiencia severa de la lactasa, pero solamente suaves o sin síntomas en personas con discapacidad leve a moderada. También existen casos de personas con dietas y niveles similares de lactasa que presentan distintos grados de síntomas. La razón de esto es confusa, pero puede estar relacionada con el tipo y la cantidad de bacterias intestinales presentes en cada uno.
Los síntomas de intolerancia a la lactosa no son específicos, pero todos están relacionados con una variedad de malestares gastrointestinales, principalmente en gastroenteritis aguda. La pista para pensar en intolerancia a la lactosa es la aparición de síntomas siempre que el paciente consume alimentos con leche o derivados, incluyendo helados, yogures, quesos, cremas.
Si te sientes mal después de beber un vaso de leche una vez, no necesariamente tienes intolerancia a la lactosa. Pero, si te sientes mal cada vez que bebes leche (o cualquier lácteo), sí pudieras sospechar de intolerancia a la lactosa.
Los síntomas más comunes son diarrea, calambres abdominales, flatulencias y abdomen dilatado. En los adolescentes, también son comunes las náuseas y vómitos. La fermentación de lactosa por las bacterias del intestino produce ácidos, que hace las heces más ácidas y puede causar irritación (dermatitis del pañal) en el área anal.
TRATAMIENTO:
En general, no se necesita algún tratamiento farmacológico para la intolerancia a la lactosa. La reducción en el consumo de productos lácteos es -casi siempre- suficiente en la mayoría de los casos. Algunos pacientes toleran queso y margarina y necesitan suspender sólo la leche propiamente dicha.
Para los casos más graves, ya existen en el mercado leche y otros productos lácteos libres de lactosa, que son una buena solución para que el paciente no deje de consumir «lacticinios». Hay productos con 0% de lactosa y con reducción del 80 al 90% de lactosa. Incluso en los casos más severos, cuando el paciente necesita suspender totalmente el consumo de productos lácteos, esta interrupción puede ser solamente temporal. Después de un tiempo sin síntomas, el paciente puede reintroducir gradualmente los productos lácteos a su alimentación. El organismo es capaz de asimilar la falta de la enzima lactasa y, si la “utiliza” poco a poco, el paciente puede volver a ingerir leche sin tener síntomas graves.
Existen ya en el mercado diversos medicamentos para «reponer» la lactasa. El paciente puede tomar lactasa (en polvo, pastillas o líquida) justo antes de la comida, lo que permite mejor digestión de los productos lácteos.
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